La escritura trazada sobre el papiro apareció aumentada, sin espacios entre una palabra y otra; sin embargo se señalaba el final de un párrafo subrayando la última línea de este. El título de la obra se comenzó a utilizar muy tarde, generalmente se citaba al final del texto. En Grecia floreció un importante y bien organizado arte librario, cuyos productos también se exportaban al extranjero.
El copista y el vendedor de libros al principio fueron una misma persona; solamente a partir del siglo V a.c, los comerciantes llamados "bibliopoli", formaron un gremio independiente que realizaba su trabajo en negocios abiertos al público, el local además de ser punto de venta, fue lugar de encuentro de personas eruditas que se reunían para escuchar la lectura en voz alta, ya que la lectura pública era uno de los modos preferidos de publicación en la antigüedad, e incluso, después de la invención de la imprenta, ha quedado y queda como uno de los medios más cómodos para probar una obra entre un público reducido.
Ya desde la antigüedad existieron igualmente especialista de la difusión. Al principio eran los narradores ambulantes quienes se dedicaban y se dedican aún en muchos países a la divulgación oral de obras tradicionales (la Ilíada, La Odisea, entre otros), esto constituye sin duda una forma de publicación a pesar de sus limitaciones.
La pasión por los libros trajo como consecuencia la formación de bibliotecas privadas, además de las públicas, instruidas por Cesar y Augusto. El comercio de libros, que al principio ofrecía volúmenes a altísimos precios, fue reduciéndolos a medida que la producción aumentaba. En Atenas (Grecia), el tirano Pisístrates tuvo el mérito de promover en el año 550 a.c. una biblioteca pública. También fue conocida la biblioteca privada de Aristóteles que, a su muerte, pasó a la célebre biblioteca de Alejandría en Egipto. En Grecia al igual que en Roma, se hacían reuniones periódicas de literatos y gramáticos en estas librerías donde leían fragmentos de sus obras a los críticos y al público.
Por otro lado para conseguir copias más correctas, y también porque el comercio de libros se limitaba a las obras más buscadas los romanos amantes del estudio tenían en sus casas esclavos literati encargados de copiar textos. En Roma eran miles los esclavos que se dedicaban a transcribir códices.
Los libreros romanos tenían un catálogo de las obras en venta, con el nombre del autor y las primeras palabras del texto, los volúmenes se conservaban sobre pequeños palcos llamados "nidos" y protegidos a menudo, por un paño color púrpura. En Roma surgieron fábricas que importaban de Egipto papiro no elaborado, que se transformaba en fardos de hojas preparadas para ser escritas. Los Ptolomeos, para proteger su producto, lo gravaron con un arancel de exportación y más tarde monopolizaron su comercio sellando la primera hoja de cada fardo con una especie de timbre oficial llamado "protocolo".
La conquista de Egipto por los árabes en el año 641, redujo el ritmo de exportaciones que llegó a ser muy irregular, seguramente fueron factores económicos y sociales los que provocaron la desaparición del papiro. Primero, el alto costo del transporte por barco, segundo, la sequía del Nilo y los trabajos de irrigación comenzados por los árabes, que transformaron los pantanos en terrenos agrícolas.
Los árabes también introdujeron al cultivo del papiro en Sicilia, sobre todo en la zona de Siracusa, donde aún hoy florece frondosamente
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