Los primeros hacedores de libros trabajaron primero sobre pergamino que posteriormente cosido en forma de cuaderno (codex) conformaban verdaderos volúmenes destinados al comercio, que eran escritos por esclavos especializados (Litterati Servi) quienes recibían un salario por líneas copiadas, de acuerdo a un patrón establecido de (36 a 38 letras). En un principio estos volúmenes carecían de encuadernación y eran escritos a partir de dos clases de tintas:
Ø Vegetal: Hollín o carbón vegetal mezclado con agua y goma (negro).
Ø Mineral: A base de sulfato de hierro y ácido tánico (Rojo), o minio (óxido de plomo), almagre y el cinabrio (estos después en la edad media).
El instrumento predilecto para la escritura eran las plumas de aves, en especial de ganso, aunque también fueron muy utilizadas las de águilas y las de cuervos. Las letras que utilizaba eran las llamadas cuadrata o cursiva uncialis. En Roma la utilización del papiro como soporte de la escritura era bastante más cómoda y más fácil de manejar que la corteza de árbol, los rollos de plomo y de tela, materias que los romanos utilizaban desde hacía tiempo.
Hoy en día el papel tiene los mismos fines que el papiro, ser difusor de las ideas y pensamientos de los autores.
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